miércoles, 13 de abril de 2016

TAXISTA Y DE DERECHAS

TAXISTA Y DE DERECHAS

Analizando y sabiendo la forma de comportarse de las grandes multinacionales y corporaciones que ahora han vuelto su mirada a nuestro sector, debemos darnos cuenta que nunca, absolutamente nunca, debemos jugar con sus cartas.
Pretender competir con estas empresas de igual forma que ellos se quieren introducir en nuestro ámbito es uno de los errores más grandes que podemos cometer. UBER o MyTaxi, se infiltran en nuestro sector hablando de libre competencia y de desregulaciones. Por lo tanto, cuando cierta parte de nuestro sector habla de competir con esas empresas de igual modo que ellas se introducen en nuestra parcela, es aparte de ser una mala maniobra, es una estupidez sublime.
Intentar contrarrestar la influencia de las apps actuando de la misma forma que ellos actúan, solo conseguiremos trabajar para ellos. Es decir, cuanto más empleemos las armas que utiliza el sistema neoliberal, más haremos que esas empresas consigan de una vez por todas robarnos lo poco que tengamos. Sí no somos capaces de entender de una vez por todas que nunca vamos a poder competir en igualdad de condiciones con estas empresas vamos a acabar sucumbiendo a su poderío.
Nuestras cartas nunca deben partir de su baraja, nuestras cartas deben ser justamente lo contrario de lo que ellos promulgan o hacen. La única mano que debemos mostrar es la legalidad, la legislación que nos salvaguarda a nosotros y a nuestros usuarios.
Y este hecho esconde un análisis político mucho más profundo de lo que el taxista común es consciente, sí nuestra verdadera arma es la legislación, debemos apoyar a partidos políticos que luego vayan a legislar salvaguardando el servicio público. El de todos.
Esta evidencia la tiene que entender todos los dirigentes del taxi, es más, no se debería permitir a ningún dirigente mantener su cargo sí uno de sus ideales fuera el «yo soy apolítico». Aparte de una somera estupidez, es una mentira enorme, ya que todos somos políticos, por lo tanto, no hagamos el imbécil negando la política que justamente estas empresas invasoras no niegan.
No entender esto de una forma clara y evidente es tirar por la borda cualquier esfuerzo que hagamos. Incluso nuestros esfuerzos sólo acabarán beneficiando a las empresas que pretendemos contrarrestar.
Regulación y legalidad deben ser para nosotros las palabras más sagradas que podemos emplear. Cuántas más normas y leyes tengan nuestro sector, más difícil será el intrusismo.
Así pienso y no me escondo en decirlo abiertamente, que el taxista no se puede permitir ser de derechas. Aceptar como válido las leyes liberalizadoras que benefician a las empresas que nos quieren robar el sustento es se mire cómo se mire, una de las mayores estupideces que podemos cometer.
Y en esta guerra no caben las medias tintas, o se es partidario de la regulación y del servicio público o se es partidario de la liberalización y del sentir salvaje del neoliberalismo atroz.

Ximo 1605

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