martes, 12 de abril de 2016

EL INSULTO COMO MARCA DE LA CASA

EL INSULTO COMO MARCA DE LA CASA

La ignorancia suele ser lo más atrevido que hay, te hace creer lo que no eres. Te suele ubicar en el lugar perfecto a los ojos de los demás, te hace aspiración pero nunca realidad.
Todos lo ven, pero callan. Solo el ignorante desconoce su realidad, solo el ignorante se vuelve temerario sin ser audaz. Es el inconsciente el más arrogante, es su presencia un tributo a la vergüenza ajena.

Señor José Antonio Soria, la colocación de un artículo delante de un apellido es un recurso para hacer patente el menosprecio hacia la persona aludida. Si no leyera solamente en el servicio cuando va a defecar sabría que el lenguaje es rico en forma y matices, la palabra y su uso nos abre un magnífico abanico de posibilidades para hacer de la expresión un instrumento de entendimiento o discusión.

Como su duda será razonable, le animo a dejar el tebeo que tiene ahora y con el cual consuela su soledad intelectual y acuda arduo a buscar la información que confirme mis palabras.

Le quiero advertir que cuando averigüe que tengo razón y sienta sofoco, ese mismo rubor que está percibiendo lo padecemos todos cuando le oímos hablar, y sobretodo, cuando le oímos difamar e insultar a otros compañeros. Eso sí, sin nombrar nunca al afectado, hecho que confirma que la ignorancia es hermana de la cobardía.
Sin más, le voy a devolver sus insultos pusilánimes con una frase que me dijo uno de sus habituales compañeros de tertulia: «José Antonio Soria es una mala persona».

Ximo 1605

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