EL ESCLAVO SATISFECHO
Hoy he presenciado un acto terrible, un acto de sumisión total al amo. Unos asalariados cubriendo de halagos al dueño de su tiempo. Halagos empalagosos, envueltos de miedo. Subordinación a la verdades medias y a las mentiras completas, docilidad impuesta por la necesidad. Besar la mano que te aprieta. Mansedumbre obligada que abochorna a los valientes.
Falsa humildad disfrazada de capitulación, acatamiento sin rechistar, mimo con arrumacos al que vence la vida propia.
Obsequio de flores marchitas que colocarán en las tumbas de los halagadores de la servidumbre. Rendirse a la evidencia del fuerte. Fuerza que se ejerce desde el miedo al despido.
Ira contra el oprimido y baboseo al opresor.
Gracias amo por darme la oportunidad de ser tu siervo!!.
Soy lo que tu me dejas ser, diré tus palabras. Adoctríname con tu sola presencia, ansiedad subordinada a tu mirada inquisidora.
¡¡Pero la verdad de Gabriela es una y universal!!
La verdad del timbre de su voz, la del suspiro de la vida dura, la que se reconoce sin nombrarla. Es la verdad que todos saben, la que ven y escuchan a diario. La verdad que se siente en cada silaba, una verdad que se hace inmensa en los corazones de los desvalidos. Una verdad que mata la cobardía de la hiena subordinada. Una verdad que aplasta las básculas de los mediocres.
Es la verdad que se dice una vez y basta!!.
Ximo 1605
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