12+4, CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA.
Como de un trilero se tratara Fernando del Molino vuelve a entretener a los taxistas con otra promesa que sabe que no va a cumplir. Mueve los vasos mientras oculta la bolita, los compañeros con ojos como platos y orejas como antenas esperan en el juego del engaño el Maná prometido.
Entreteniendo al taxista mantiene su cuota de poder. El prestidigitador habilidoso pasa de las 12 horas para todos, a las 12+4. Y aquí no pasa nada, bueno, si que pasa. Que la incoherencia y la desfachatez se queda como argumento válido, ya no hace falta escusas, solo ingenuos que estén dispuestos a creerse todo.
Que esta regulación no haya por donde cogerse y que carezca de argumentos sólidos, no importa. Solo importa la ansiedad por ver cumplidas las falsas promesas. Cómo del político malo que promete mentiras estamos atentos a los malabarismos de Fernando del Molino. Del donde dije digo dije Diego, pasamos a la huida hacia delante. Como si de la película Forrest Gump se tratara, todos corriendo del tipo ese que corre. Tipo que no sabe porqué corre y hacia donde va, pero da igual, todos detrás.
¿Cuánto tiempo nos va a volver a retrasar esta regulación? Pues no lo sé. Quizás el tiempo en que la administración actúe sola por la torpeza de los dirigentes valencianos, o quizás el retraso sea estímulo suficiente para que en una especie de epifanía el taxista vea la «luz».
De lo que casi estoy seguro es que en la próxima asamblea de Federación, los compañeros volverán a comulgar con ruedas de «Molino».
Y aquí seguiré yo, escribiendo grandes notas que a lo mejor a nadie le importa. Pero espero que alguna vez el taxista vea en si mismo el acicate que necesita para trabajar en dignidad. Que se olvide de promesas huecas, que se siente consigo mismo a reflexionar, y analice tranquilamente para qué se compró una licencia.
Ximo 1605
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