PARA MI SE ACABÓ RADIO ALBÁN
El agotamiento me ha podido, las batallas quijotescas me han superado. Después del último programa he recibido tantas injurias y mentiras que me han sobrepasado.
Nada hubo preparado, solo la invitación del compañero Sergio. Las llamadas fueron todas espontáneas, NI UNA SOLA FUE PACTADA, yo salí emocionado!! Al fin!! El esfuerzo tenía su recompensa, igual los más débiles del sector se iban a organizar.
Ah! Gabriela!! Fue magnífico oír la valentía en el timbre femenino de una mujer!!
Pero, lo que nunca me hubiera imaginado es la crítica atroz de los compañeros que se autodenominan de «izquierdas», compañeros que critican la defensa de los trabajadores, claro, ellos son «empresarios». Revolucionarios de WhatsApp y Facebook, que a la primera que pueden se alinean con los opresores. Da igual las explicaciones, da igual incluso los testimonios, nada importa si los prejuicios gobierna la razón.
Las críticas han sido muchas, de izquierda y de derecha, los halagos también, muchos, incluso de compañeros muy vehementes en contra de mis ideas. Pero lo que no me hubiera imaginado era la soledad, además, una soledad que venía a recordarme que ya había llamado a mi puerta alguna vez anterior.
Ya me costó convencer que la voz del asalariado es también la voz del autónomo, que su lucha es la nuestra, y que nuestra lucha es la suya. Que no hay diferencias entre compañeros de parada, que mi indignación es también el reflejo de su condición de explotado. Que no entiendo el mundo dividido en clases, que nadie elige nacer aquí o allí, que somos arrojados al mundo sin saber por qué. Y eso, ya es suficiente motivo para arremeter contra la injusticia, venga de donde venga.
Pero todos no piensan igual, algunos incluso son capaces de justificar lo injustificable. Eso lo entiendo, el mundo no sería lo que es sí no hubiera abraza botas. Pero yo me niego a claudicar y a estar domesticado para no ofender la «sensibilidad» de los «políticamente correctos». Que si, que muchas veces si que el mundo es blanco o negro. Que la defensa de la dignidad no tiene matices, que no cabe ni «peros» ni «a veces» o se está con el explotado o con el explotador.
Así pienso yo, no soy intransigente, soy coherente. No podemos poner a la injusticia en una balanza, no, si se hace, la justificas incluso sin querer. Mis compañeros no pueden seguirme, pero yo tampoco quiero pararme a esperar que vengan.
Actúo como pienso, las ocho horas no son una quimera, son una necesidad que estamos obligados a dejar de herencia. Los turnos tienen que ser por tanto, una revindicación de doble dirección, entre los compañeros asalariados y los compañeros autónomos, ya que si cualquiera de los dos logra la ansiada jornada digna automáticamente el otro la va a disfrutar igual. Por eso, seguiré peleando, pero sin lastre, ahora seré totalmente libre. No tendré el micrófono de la radio, pero seguiré teniendo las ganas.
El grupo albán nunca existió, fue tan solo una idea que se volatilizaba con tan solo nombrarla, el compromiso un eslogan, la crítica una justificación para no hacer nada y la envidia el puñal que asesinaba cualquier iniciativa.
Y qué decir de la horizontalidad....pues una forma de engatusar, una creencia que se quedaba en aspiración, no por ser una mentira, no, por ser tan hermosa que los nacidos en este mundo todavía no saben lo que es, nombrarla si, pero practicarla solo se puede si eres un personaje de ficción.
Y la radio debería ser algo para concienciar, nombrar lo imposible porque de lo posible ya se habla demasiado.
Ximo 1605
No hay comentarios:
Publicar un comentario