miércoles, 13 de abril de 2016

OLOR A COCHE

OLOR A COCHE

Ayer me abracé a mi hija y me dijo que olía a coche, «hueles como huele tu coche». Ya está, ya lo habéis logrado, me he fundido con el taxi y con vuestro reloj.

Hace tiempo que perdimos la perspectiva de las cosas, no distinguimos los colores, vemos en blanco y negro. Nos ponemos betún en el rostro cada vez que salimos a trabajar, es la guerra para añadir horas a la desesperación. Nos hemos transformado en caricaturas.... la mueca en la cara dice lo absurda que es nuestra profesión.

Siempre me ha gustado escribir, pero ya no sé que poneros....os imagino leyendo con indiferencia hacía vuestro propio dolor. El vacío del estómago lo habéis llenado de intransigencia, de palabras huecas que se repiten una y otra vez, pero sobretodo de promesas.

Ya da igual, si lo dice «este» no sirve, solo sirve si lo dicen «los míos». Danzas alrededor de las mentiras, el engaño marca el compás del baile macabro del reloj.

Aquí lo tienes, tu lo votaste. Míralo bien, es tu dueño, le honras pleitesía como a un Dios. Un Dios sediento de horas....pero eso ya no te duele, ya estás habituado. Te has acostumbrado rápido, siempre ha sido así. Le sirves de sacrificio diario, hace tanto tiempo que repites el mismo ritual que ya no es extraño ni ajeno a ti.

Dices que es tu Dios verdadero, que funciona....mientras repites  esto como un mantra recaudas dinero para un compañero. Compañero que no llega, su sangre ya no es suficiente para calmar la sed del reloj, necesita más, sabe que la Fe en él provoca adhesión inquebrantable. Gustosos los devotos abren sus venas ante los mentirosos del templo.

Ximo 1605

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