NUESTRA LUCHA
Cabify utilizando el modelo de las VTC consiguen meter cabeza en el transporte de personas.
Empleando el estilo más reaccionario y más clasista que existe en las relaciones de competencia dentro del sistema capitalista, es decir, saltándose la legislación y bajando precios por debajo del coste. Debida a su fortaleza económica esta multinacional se puede dar el «lujo» de tener perdidas durante un tiempo. ¿Dónde está la libre competencia que tanto cacarean los neoliberales y sus vasallos que hay dentro del taxi? ¿Cómo puede competir un autónomo contra un monstruo de estás características?
Directamente no puede competir, ¿Qué hacer entonces?. A mi modo de ver, solo queda el POSICIONAMIENTO POLÍTICO CLARO Y NÍTIDO. Somos un elemento estratégico en la economía del país, un componente público que debe estar protegido debido a nuestra función de servicio al ciudadano.
Favorecer esta condición es fundamental a la hora de poder salvaguardar nuestro modo de vida. Además, de denunciar públicamente las maniobras mafiosas que utiliza UBER y Cabify para implantarse en la sociedad.
Y todo esto no se puede llevar a termino si no es con la ayuda de Partidos Políticos que tengan claro que la defensa de lo publicó es incuestionable.
Nuestro aliado es el sentido común, las políticas de enfoque público, y por lo tanto, una visión global de la sociedad desde el prisma de la izquierda, de la verdadera izquierda.
El poder legislativo tiene que estar al servicio del ciudadano, y por lo tanto, de lo público. El Parlamento y sus componentes deben ser nuestros defensores, una Cámara de Representantes, que verdaderamente nos representen, que defiendan lo que es de todos. Todos estamos observando quiénes son los que hacen una defensa de nuestro sector y quiénes apoyan una falsa «competencia».
Los políticos se posicionan claramente a favor o en contra nuestra, por tanto, es de lógica que nosotros nos posicionemos políticamente.
Así, los dirigentes del taxi que se autodenominan «apolíticos» aparte de MENTIROSOS, son unos IRRESPONSABLES. Su trabajo no es la de ser «políticamente correctos», sino la de defender nuestros intereses, y en esa defensa solo sirven las armas de la inteligencia, creando si es necesario un abanico de posibilidades ajeno a la clásica relaciones que establece el falso «libre mercado».
UBER y Cabify son solo la cabeza de un monstruo compuesto de muchas más, un cuerpo que se sienta en unos valores que deshumaniza la relaciones sociales, que desvirtúa y confunde a los propios perjudicados.
Es por lo tanto nuestra obligación la de estar informados, ser sabedores de las relaciones oscuras que se establecen en nuestro entorno con la apariencia de «normalidad».
El cuerpo a cuerpo es una mentira, el ring no puede ser la «libre competencia», no estamos en el peso correcto, por lo tanto, nuestra categoría no es la justa. Es más, debemos negar la máxima, nuestra lucha no son las normas impuestas de antemano por un poder económico esquizofrénico que solo está al servicio del grande. Nuestra lucha está en la lucha de nuestro vecino que defiende un sueldo digno, en el profesional de la enseñanza que defiende la educación pública y en el trabajador sanitario que trabaja por una sanidad pública.
Debemos por tanto, hacer simpáticas nuestras reivindicaciones al resto de la sociedad.
Aquí entra en juego la batalla de la imagen:
El taxi no tiene cultura de movilización, nuestro colectivo no ha sido un espejo donde mirarse otros sectores, por desgracia el taxi no ha sabido sumarse a la lucha de otros colectivos. La falsa percepción del autónomo no ha jugado a su favor creyendo que las reivindicaciones del resto de la sociedad no iban con ellos. Por suerte esto está cambiando y así debe seguir, ya que de este modo lograremos extender nuestros problemas, haciendo nuestras demandas un reclamo para el resto de la sociedad.
Ximo 1605
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