miércoles, 11 de mayo de 2016

SEMOS TASISTAS

SEMOS TASISTAS

Será un distintivo más del resto de la sociedad, o a lo mejor no lo es. Pero lo que si es cierto es que nuestra profesión parece que impregna carácter. Sabemos quejarnos muy bien, eso es lo que mejor hacemos, soltamos discursos en las paradas en forma de arengas que consiguen motivar durante cinco minutos al compañero que tenemos al lado. Exaltamos las virtudes de nuestras ideas como nadie, como si nunca hubiéramos conocido a nuestras abuelas, nosotros mismos nos ponemos a la altura de los dioses del Olimpo.
Piropo tras piropo nos relamemos las patitas ante la mirada de admiración del solplagaitas de turno. Y así, hasta que nos sube el cliente. Nos despedimos sin dejar de hablar mientras cerramos la puerta. El compañero de tertulia asiente con la cabeza como si fuera a rematar un corner de cabeza.

Después de haber salvado el taxi, arreglado España, haber fusilado a los corruptos e insultado a los refugiados sirios, nos sentamos frente al volante sin respirar para ver si nuestro pecho de palomo hinchado de gloria nos permite conducir. Detrás, en la parada, dejamos al palmero dispuesto a pegar carteles con nuestro careto.
Da igual la burradas que podamos haber soltado, da igual las formas, los gritos y los aspavientos son más importantes que las palabras. Soltamos la retahíla de pedos sin despeinarnos, seguimos admitiendo que la esclavitud es parte de nuestra profesión, nos importa un pimiento la tonterías de los turneros, ya que pensamos en el fondo que son unos gandules. Nuestro antepasado taxista, (el que se ponía la boina a rosca) nos lo dejó claro; «er tasi e cuestio de horas, y lo dema son mariconás».
Como si de unas palabras dichas por un Mesías, asumimos la letras de «oro» de la tradición más chabacana.
Ahora ya podemos representar al sector, una corte de ilustrados de la rosca nos anima a ser el caudillo. Está todo claro, aquí no importa los argumentos ni la coherencia, los datos son «tontás» de los listillos que se creen mejores.
Un buen dirigente solo tiene que repetir lo que la masa le reclame, «na mas». Ser el más chulo, mirar con desprecio y «rejuntarse» de admiradores, cuanto menos piensen por ellos mismos mejor. Una vez logrado esto hay que intentar siempre aparentar, ser más listo de lo que se es, ponerse medallas e insultar mucho, que los eructos sean siempre lo que impida al «listillo» cubrirnos de argumentos. Sí conseguimos esto ya podremos vivir de los ingenuos «tasistas».

Ximo 1605

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