Somos especiales, estamos en una especie de limbo desclasado que nos determina que es lo que somos y lo que no somos. Una pérdida de esencia que muchas veces nos ocasiona problemas.
Nuestro debate interior está entre la creencia, el deseo y la realidad.
El error más extendido entre los taxistas autónomos titulares de una LICENCIA ADMINISTRATIVA (recalco lo de licencia administrativa), es la de creernos empresarios. Esta convicción la he comentado varias veces en mis escritos, pero todavía es necesario hacer hincapié en un hecho que determina toda nuestra existencia. El taxista es antes autónomo que marido, padre, hijo o amigo, e incluso es capaz de perder su propia identidad por la del supuesto «empresario». Reduce el número de horas que tiene para sí, y para los demás para dárselas a su trabajo, es decir, limita su existencia a su condición de autónomo. Por increíble que parezca, no encuentra contradicción en sus acciones, asume desprenderse de su familia o de su vida personal sin remordimientos. No tiene mala conciencia, ya que siempre ha «creído» que su trabajo era antes que todo lo demás, ya que se piensa que sin esta forma de trabajar «todo lo demás» no podría existir. De nuevo observamos como las tradiciones heredadas impregnan carácter, una suerte de rito «mágico» que se trasmite de generación en generación sin que nadie se pare de una puta vez a pensar sí verdaderamente es lo más adecuado.
En este ritual de la inconsciencia, el sujeto no se cuestiona nada. Es tan habitual ver estos hábitos aprendidos que hasta los «progresistas» del sector asumen alegremente las jornadas del siglo XIX. Es más, los representantes «sindicales» presentan regulaciones de 16 horas sin el menor rubor, incluso para sorpresa de unos pocos, son capaces de defenderlas!! Incluso en público!!.
Como si de una sociedad endogámica se tratara no se sienten aludidos, no son capaces de ver más allá de lo tradicional. El aislamiento cognitivo es tal, que su escala de pensamientos filtra a modo de barrera cultural todas las alternativas.
Sin embargo, debemos entender que siempre hay una elección, más, cuando el presente es reducido a una presencia constante en el trabajo. Las opciones están, todos la sabemos, las he comentado muchas veces, las excusas son el reflejo del abatimiento y de la falsa comodidad, un zona de confort irreal.
La realidad es que somos unos currelas, y que de empresarios solo tenemos el título que nos da la administración para desclasarnos y asegurarse una presencia esclava sin entrar a valorar las condiciones de trabajo.
Si fuéramos capaces de organizarnos de forma inteligente, y teniendo como base nuestra realidad, podríamos gozar de los logros sociales que tienen los trabajadores, y a la par, seguir disfrutando de nuestra condición de autónomo, es decir, de ser nuestro propio jefe. Y por supuesto, asegurando nuestra presencia en la calle realizando nuestra función pública.
Ximo 1605
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