miércoles, 24 de enero de 2018

CONOCER EL PASADO

CONOCER EL PASADO

Solo hay que retrotraerse 8 años, cuando la crisis dejaba de ser una amenaza para pasar a ser un hecho evidente.
Las recaudaciones mermaban a la misma velocidad que se instalaba el odio, la envidia y la frustración en las sienes de los taxistas extenuados de trabajo improductivo. De ese caldo de cultivo surgieron como Mesías los Esparza, los Guillem, los Soria y los Fernandos.

La mayoría sin la menor cultura política o  sindical.
Pero que lograron forjar una alianza más por empatia de profesión, amistad laboral o de compañeros de emisora, que de una preocupación sincera por la situación del sector o de la sociedad en general.
Y solo cuando el martillo de la crisis comenzó a golpear con firmeza en los bosillos de los taxistas fue cuando levantaron la voz para denunciar la situación del taxi.

Primero, con lógica, sacaron a relucir los chanchullos de los floteros, que basando su explotación en los chóferes conseguían acumular licencias. Cuando no era alquilando de forma ilegal.
Con el apoyo de un Partido Popular, más preocupado en esquilmar las arcas públicas que en mirar la situación del taxi, estos empresarios del siglo XIX seguían sobre explotando a los trabajadores, generando en el sector un recelo que hasta entonces, no había preocupado a nadie. Repito, a nadie.

Más motivados por la «injusta» competencia de los floteros que por las condiciones laborales tercermundistas de los trabajadores, estos salvapatrias, recordando a tiempos pasados de una europa retrogada y reaccionaría, demonizaron a la parte más vulnerable del sector, los chóferes.
Utilizando la brocha gorda de la prepotencia y de la falta de empatía, fueron señalando con índice firme uno a uno a los culpables de la situación lastimera del sector.
Con nulo análisis profundo y certero, sacaron de la caja de pandora todos los «demonios» y «traidores» que hacían de nuestra profesión una labor penosa.

Con una mezcla de verdades y mentiras lograron vender al sector dos ideas claras, quienes eran los culpables y cual era la solución.

Pasando de puntillas sobre una crisis derivada de los procesos cíclicos de un sistema económico corrupto, depredador y atroz, lograron inculcar una verdad manipulada fácil de transmitir en un sector falto de cultura política y social.
Con un mensaje repetitivo y machacón al más puro estilo de Joseph Goebbels vendieron las 12 horas para todos.
Siguiendo la estela de los mejores dictadorzuelos, estos apóstoles de la regulación horaria no permitieron jamás la discrepancia, señalando e intimidando a todos aquellos que se atrevían a cuestionar una mentira tan burda.

Y les fue bien, mejor que bien.

Desde manifestaciones multitudinarias hasta un estudiado merchandising lograron creer a una mayoría ansiosa de soluciones que las 12 horas eran la puta hostia.
Tal ha sido el adoctrinamiento que todavía hoy se puede escuchar y ver a algún ermitaño salir de la cueva del ridículo para acercarse a una parada y predicar sobre las bondades de las 12 horas.

Bueno, pues después de cargarse a Guardeño, tomar Federación y sacarse de la chistera del «postiguet» las 12+4 como propuesta mesiánica, todavía, después de casi una década, no hemos avanzado nada. Y solo gracias al desarrollo cíclico de la economía sacamos la patita (muy poco a poco) de la ciénaga.

Después de casi diez años de promesas falsas continuamos esperando un Maná que nunca llega en forma de regulación horaria. De aquellos lodos vienen estos barros, un pantano de parálisis que ha llevado a nuestro sector a una guerra encarnizada que solo ha servido para que uno de los promotores se suba el sueldo.

Un presente que no podemos entender sino conocemos el pasado.

Ximo 1605

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