MENTIRAS COLABORATIVAS
Sin dejarse amedrentar por conferenciantes «ilustrados» debemos saber defender nuestro sector en contra de la lógica mercantilista disfrazada de altruismo, economía sostenible o empresas de «rostro humano».
Por muy catedrático de derecho que sea el ponente, todos están cortados por un mismo patrón; la defensa de un modelo económico depredador al que no le importa las condiciones laborales de los trabajadores ni las consecuencias ecológicas derivadas de su modo de producción insostenible. Además, de ser agentes a sueldo de muchas de estas empresas, es decir, actores principales para nuestra fagocitación.
Por tanto, una de nuestras armas es negar constantemente la mayor: eso no es economía colaborativa. Como ya expliqué anteriormente en otro escrito, donde hay lucro no hay colaboración, hay negocio. Un negocio puro y duro que además pretende asentarse arrasando derechos sociales y laborales, estafando a través paraísos fiscales.
Todo aquél que alienta o justifica este tipo de empresas está favoreciendo la injusticia, y la denuncia es nuestra obligación.
Vivimos un tiempo de imprecisión, de juegos superficiales donde no cabe la esencia de las cosas, el lenguaje ya no se emplea para conocer y buscar el entendimiento, ahora es una parte más de la lógica capitalista basada simplemente en la mentira que busca vender un producto. Los consumidores son más dóciles y mejores sin piensan que consumiendo ciertos productos o servicios se hace más justa su adquisición. Trampa que emplea el sistema para dar salida una visión única de un mundo desigual.
Debemos estar preparados ante estás vicisitudes; pero toda nuestra lucha no servirá absolutamente de nada si seguimos apoyando a formaciones políticas que asumen como válidos los preceptos de esta lógica mercantilista.
Desconocer que nuestras elecciones políticas no influye en nuestro devenir diario es simplemente estúpido.
Los políticos que legislan a favor de estas compañías son votados por miles de taxistas, nosotros mismos animamos leyes que nos perjudican, y esto, requiere una profunda reflexión.
Ximo 1605
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