VTC

VTC

Sabemos que este tipo de transporte público está para marcar la diferencia con el taxi. Una diferencia clasista que  determina el tipo de cliente al cual va destinado. No surge de una demanda real generalizada, ni de una necesidad por la falta de profesionalidad del taxi. Está ahí por un deseo creado adrede, una diferencia que solo aspira a cubrir algo que no necesita ser cubierto.

El papel de las VTCS debe estar limitado al motivo de su existencia, al fin y al cabo, su papel público si que lo ejerce. Pero desde la presión constante a los políticos que legislan, debemos lograr que se pongan las lindes necesarias para su justa proporcionalidad.

Los políticos legislan según su corriente ideológica; la LOTT es el parto de una corriente política, y el ROTT su interpretación a la hora de reglamentarlo.
Ya va siendo hora que el sector apoye a las corrientes políticas que sabemos que van a legislar a través de una visión claramente marcada por la defensa de los servicios públicos.
Esta debe ser la primera línea de actuación a la hora de saber defender nuestros intereses. La segunda línea que debemos emplear contra la mala praxis de la VTC es la denuncia constante ante las autoridades, creo que debemos aprender y mucho de la actuación de los compañeros de Élite.
Esa denuncia es una obligación de todas las organizaciones del taxi, y por desgracia, la desidia en estas organizaciones empieza a ser algo cotidiano.

No podemos permitir las ilegalidades constantes de una frustración que se deriva de un «quiero y no puedo», ya que cuando la VTC actúa a modo de un taxi solo es la evidencia palpable de que en realidad no son imprescindibles. Y que su labor hacia un mercado exclusivo simplemente no es porque existe una demanda clara y definida, sino que se pretende crear desde una minoría una necesidad ficticia generalizándola.

UBER y Cabify son los ejemplos más directos que tenemos.

Y conociendo el porqué de su existencia haremos de nuestra lucha un arma más eficaz.

Ximo 1605