La participación democrática tiene un valor que no puede estar condicionado a lo que suceda después.
Ejercer la función democrática no puede estar sujeta a cuestiones oportunistas o de interés privado. Es un derecho inalienable que marca una categoría superior a las dudas que puedan llevar.
Se vota porque es un derecho incuestionable, y a demás, este derecho, se tiene que ejercer durante una lógica temporal que marca los cambios que se producen en una sociedad, un colectivo, un sector...
Si conseguimos instaurar la participación democrática en la toma de decisiones importantes, lograríamos crear una cultura del compromiso en el sector que haría de nuestro actual inmovilismo una cuestión del pasado. Y a la par, obligaríamos a las asociaciones a salir de su escondite para debatir, contrastar y argumentar de verdad para convencer a unos compañeros menos sumisos y menos pasotas.
Es evidente que nuestro sector está sometido a la administración. Nuestro carácter de licencia administrativa así lo establece. Pero eso no es excusa para no exigir unas urnas que eviten imposiciones. Y es deber de las asociaciones reclamar ese derecho.
La voz de los compañeros así como sus decisiones son un valor intrínseco que tiene una categoría incuestionable.
Poner excusas al hecho mismo de tomar opinión del sector solo encierra un miedo a la perdida de credibilidad de unos dirigentes cada vez más cuestionados.
Cualquier hecho importante que vaya a ser una transformación en el devenir habitual de nuestra profesión debe ser consultado antes al sector en su totalidad.
Nadie se puede otorgar el derecho de tomar decisiones sin contar con nuestra voz. No hacerlo así sería una cacicada propia de representantes asustadizos y sin legitimidad.
El acto democrático en si debe quedar fuera de prejuicios y cuestiones ajenas al proceso de decisión participativa. No entender esto es de una falta de cultura democrática que invalida al sujeto que lo justifica.
Como taxistas tenemos el derecho de opinar, y nuestros representantes tienen la obligación de hacer posible nuestra participación de forma directa y sin intermediarios.
Así, también, es de una necesidad urgente una elecciones sindicales que pongan a las claras quienes son verdaderamente nuestros representantes sindicales.
Todos estos procesos de decisión deben ser después de un tiempo de reflexión donde se pueda estudiar y comparar las propuestas diversas que nos podemos encontrar, al igual, que conocer detenidamente las ideas de aquellos que quieren ser parte de la representatividad del colectivo.
El debate y el contraste de propuestas e ideas son más necesarios que nunca, nuestro sector necesita de una cultura política y sindical que no lo aisle de una realidad que alguno quiere enmascarar desde sus intereses particulares.
Ximo 1605
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