*¡QUÉ MALA SUERTE!*
Sí, esto es una crítica generalizada a la representatividad del taxi.
Una evidencia palpable de que justamente cuando se necesita a dirigentes maduros con ideas claras, sin perjuicios y con autoridad moral, tenemos posiblemente a los menos preparados, a los más infantiles y a los más egocéntricos.
Justamente es ese ego el símbolo de la falta de preparación, y es el ego, el único instrumento que pueden emplear para suplir sus carencias.
Ahora que teníamos por primera vez en la historia del taxi la posibilidad de disfrutar de una regulación de verdad para dignificar nuestra profesión, asistimos al desfile de mediocridad más preocupante que se podía dar.
Mientras los dirigentes se enzarzan en el "tú más" el tiempo pasa para perpetuar las 24 horas.
Mientras unos anteponen sus intereses personales otros vestidos de miedo escénico se paralizan al primer crujido de hoja seca.
Y no hay ni uno solo que se atreva a dar un paso adelante para dar al sector una alternativa real que no esté secuestrada por mentiras, intereses o perjuicios derivados de herencias falsas cargadas de odios y frustraciones.
Que mala suerte que los acontecimientos que vivimos no vengan acompañados por hombres serenos, conocedores de sus limitaciones, pero también, conscientes de sus posibilidades. De personas libres del "que dirán" que antepongan el interés general al personal.
Ximo 1605
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