miércoles, 15 de junio de 2016

DE SERVIDUMBRE Y LACAYOS

DE SERVIDUMBRE Y LACAYOS

Sin la sumisión hacía al otro no se podría entender instituciones como la monarquía, la autoridad fascista o el desorden económico que lleva a la desigualdad. El dócil no confronta ni cuestiona, se somete. El siervo asiente el mando del «amo», ya sea por temor o por admiración, se sabe inferior aunque sea temporalmente. Éste no necesariamente busca la aprobación del «amo», sino que se amolda a las circunstancias por dejadez o cobardía. El estatus le viene dado, asume su rol de subordinado y continúa con su vida.
Pero el lacayo es otra cosa, el lacayo encierra el sentimiento atávico de sumisión al «Macho Alfa», el lacayo acata la orden y la hace suya, participa gustoso. Cumple a pies juntillas su papel de mamporrero. En una especie de «enamoramiento» garrulo ve pasar por su mente las imágenes de su ídolo, se siente satisfecho. El lacayo lo es también porque es el más acomplejado, es menos reflexivo, se deja llevar por las emociones de pertenencia al grupo. Desde los orígenes la manada da seguridad, también ayuda a no pensar, la vida se hace menos compleja, el «Macho Alfa» dicta y el lacayo ejecuta.
La obediencia no se cuestiona, incluso si te perjudica, el lacayo se peleará por su ídolo, sentirá alegría cuando el «Mesías» le hable. El lacayo no ve más allá del clan.
A ser más visceral no necesita estímulo intelectual, solo necesita oír algarabía, gritos e insultos. Ante esta cascada de sonidos y olores retorna a su posición ancestral dentro de la manada. La visón de su «Macho Alfa» le produce seguridad y sosiego. Muchas veces esta fidelidad encierra una homosexualidad reprimida.

El sometimiento es tal que anula al individuo convirtiéndolo en un títere obediente. Defenderá las posiciones de su ídolo aunque sean contradictorias y perjudiciales para uno mismo. El lacayo será siempre el más atrevido, el que defenderá antes siempre a su amo, la aprobación del «Macho Alfa» es un estímulo para el lacayo, por ello, seguirá haciendo el ridículo.
En la calle actuará siempre por impulsos, llegando a la violencia física y al insulto. Recordad qué son las emociones primarias las que más les motiva.

Ximo 1605

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