lunes, 27 de junio de 2016

EL MIEDO DEL TAXISTA

EL MIEDO DEL TAXISTA

El miedo que te paraliza, que te hace pensar «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer», el que te hace votar a corruptos una y otra vez. Ese miedo que no te deja pensar con objetividad es el mismo que provoca la sensación paralizante y castrante que te impide ver un taxi más allá de la jornada laboral tercermundista. El que te hace inmune a la inoperancia de los dirigentes del taxi valenciano.
Tres años de NADA, de torpeza y mentiras, de resultados vacíos, tu vida sigue igual....JODIDA. Haciendo horas y horas, días iguales que te recuerdan que estás en el bucle de tu cobardía. Y aún así irás a la asamblea a ratificar tu vida esclava......ese mismo miedo, esa misma dejadez que te hace votar a ladrones para presidentes de gobierno te hace elegir a dirigentes inútiles que no son capaces de mejorar tu calidad de vida.

¿Que escusa vas a poner esta vez?

Ximo 1605

miércoles, 15 de junio de 2016

DE SERVIDUMBRE Y LACAYOS

DE SERVIDUMBRE Y LACAYOS

Sin la sumisión hacía al otro no se podría entender instituciones como la monarquía, la autoridad fascista o el desorden económico que lleva a la desigualdad. El dócil no confronta ni cuestiona, se somete. El siervo asiente el mando del «amo», ya sea por temor o por admiración, se sabe inferior aunque sea temporalmente. Éste no necesariamente busca la aprobación del «amo», sino que se amolda a las circunstancias por dejadez o cobardía. El estatus le viene dado, asume su rol de subordinado y continúa con su vida.
Pero el lacayo es otra cosa, el lacayo encierra el sentimiento atávico de sumisión al «Macho Alfa», el lacayo acata la orden y la hace suya, participa gustoso. Cumple a pies juntillas su papel de mamporrero. En una especie de «enamoramiento» garrulo ve pasar por su mente las imágenes de su ídolo, se siente satisfecho. El lacayo lo es también porque es el más acomplejado, es menos reflexivo, se deja llevar por las emociones de pertenencia al grupo. Desde los orígenes la manada da seguridad, también ayuda a no pensar, la vida se hace menos compleja, el «Macho Alfa» dicta y el lacayo ejecuta.
La obediencia no se cuestiona, incluso si te perjudica, el lacayo se peleará por su ídolo, sentirá alegría cuando el «Mesías» le hable. El lacayo no ve más allá del clan.
A ser más visceral no necesita estímulo intelectual, solo necesita oír algarabía, gritos e insultos. Ante esta cascada de sonidos y olores retorna a su posición ancestral dentro de la manada. La visón de su «Macho Alfa» le produce seguridad y sosiego. Muchas veces esta fidelidad encierra una homosexualidad reprimida.

El sometimiento es tal que anula al individuo convirtiéndolo en un títere obediente. Defenderá las posiciones de su ídolo aunque sean contradictorias y perjudiciales para uno mismo. El lacayo será siempre el más atrevido, el que defenderá antes siempre a su amo, la aprobación del «Macho Alfa» es un estímulo para el lacayo, por ello, seguirá haciendo el ridículo.
En la calle actuará siempre por impulsos, llegando a la violencia física y al insulto. Recordad qué son las emociones primarias las que más les motiva.

Ximo 1605

lunes, 6 de junio de 2016

EL CARÁCTER AUTÓNOMO

EL CARÁCTER AUTÓNOMO

Somos especiales, estamos en una especie de limbo desclasado que nos determina que es lo que somos y lo que no somos. Una pérdida de esencia que muchas veces nos ocasiona problemas.
Nuestro debate interior está entre la creencia, el deseo y la realidad.
El error más extendido entre los taxistas autónomos titulares de una LICENCIA ADMINISTRATIVA (recalco lo de licencia administrativa), es la de creernos empresarios. Esta convicción la he comentado varias veces en mis escritos, pero todavía es necesario hacer hincapié en un hecho que determina toda nuestra existencia. El taxista es antes autónomo que marido, padre, hijo o amigo, e incluso es capaz de perder su propia identidad por la del supuesto «empresario». Reduce el número de horas que tiene para sí, y para los demás para dárselas a su trabajo, es decir, limita su existencia a su condición de autónomo. Por increíble que parezca, no encuentra contradicción en sus acciones, asume desprenderse de su familia o de su vida personal sin remordimientos. No tiene mala conciencia, ya que siempre ha «creído» que su trabajo era antes que todo lo demás, ya que se piensa que sin esta forma de trabajar «todo lo demás» no podría existir. De nuevo observamos como las tradiciones heredadas impregnan carácter, una suerte de rito «mágico» que se trasmite de generación en generación sin que nadie se pare de una puta vez a pensar sí verdaderamente es lo más adecuado.
En este ritual de la inconsciencia, el sujeto no se cuestiona nada. Es tan habitual ver estos hábitos aprendidos que hasta los «progresistas» del sector asumen alegremente las jornadas del siglo XIX. Es más, los representantes «sindicales» presentan regulaciones de 16 horas sin el menor rubor, incluso para sorpresa de unos pocos, son capaces de defenderlas!! Incluso en público!!.
Como si de una sociedad endogámica se tratara no se sienten aludidos, no son capaces de ver más allá de lo tradicional. El aislamiento cognitivo es tal, que su escala de pensamientos filtra a modo de barrera cultural todas las alternativas.
Sin embargo, debemos entender que siempre hay una elección, más, cuando el presente es reducido a una presencia constante en el trabajo. Las opciones están, todos la sabemos, las he comentado muchas veces, las excusas son el reflejo del abatimiento y de la falsa comodidad, un zona de confort irreal.
La realidad es que somos unos currelas, y que de empresarios solo tenemos el título que nos da la administración para desclasarnos y asegurarse una presencia esclava sin entrar a valorar las condiciones de trabajo.
Si fuéramos capaces de organizarnos de forma inteligente, y teniendo como base nuestra realidad, podríamos gozar de los logros sociales que tienen los trabajadores, y a la par, seguir disfrutando de nuestra condición de autónomo, es decir, de ser nuestro propio jefe. Y por supuesto, asegurando nuestra presencia en la calle realizando nuestra función pública.

Ximo 1605

viernes, 3 de junio de 2016

CORTINA DE HUMO

*CORTINA DE HUMO*

Ahora que estamos en el «limbo», ahora que nos encontramos en «tierra de nadie», los propagandistas de la mentira se ponen en marcha. Mientras sale el recurso a la sentencia de las 16 horas, el vacío se adueña de la vida de los taxistas valencianos.
El despiste es la estrategia de Federación, el desvío de atención es la herramienta de los voceros afines. La catarata de mentiras se pone en marcha; ahora resulta que las 16 horas funcionan, que se gana más dinero, que después de tres años la «cosa» comienza a andar. No sé si el desparpajo de los mentirosos es porque se sienten impunes o porque les importa una mierda la realidad del taxi valenciano.

De una forma o de otra los tergiversadores de la realidad hacen su papel al coro que dicta Fernando del Molino. Sin atisbo alguno de vergüenza se colocan medallas al ritmo soez de sus palabras falsas. Solo falta oírles decir que «gracias a las 16 horas la crisis se acabó», ya no sorprende nada.
Mientras, suplican a la administración que pongan las 12+4. ¿Si funciona las 16 horas por qué solicitan otra regulación? Regulación horaria que se quiere añadir a otra regulación ya solicitada por ellos mismos, ¿Se puede ser más cínico?.

Hace más de un mes que avisé de las maniobras de distracción que se avecinaban, el tiempo me ha dado la razón. No hay nada más fácil para un manipulador que la de entretener a un taxista valenciano. Absortos en su mundo esclavo los taxistas se sienten cómodos, la dejadez es el pan de cada día, delegar sus obligaciones en representantes trileros es una de las aficiones de los anodinos taxistas.
Estos mismos voceros de la tergiversación, son los que delante de un micrófono dan lecciones de buen taxista, y luego por detrás, hacen de intermediario entre los asalariados y los patronos recomendando la firma del finiquito antes de la del contrato.
Lo lamentable, que mientras estos personajes trágicos distraen al personal, nuestra situación precaria no ha cambiado nada, seguimos trabajando horas y horas, seguimos viviendo de las promesas falsas y  de las verdades incumplidas. Tres años de inoperancia que ahora pretenden rellenar con más mentiras en una letrina rebosante de inmundicia.

Ximo 1605