Siempre que muere alguien se suele hablar bien del fallecido, destacando sus bondades y obviando sus defectos.
Pero hoy ha muerto un hombre bueno de verdad, hoy mi pesar es sincero, mi congoja es cierta, estoy triste, apenado y con el vacío ausente de la perdida irreparable.
Un nudo en la garganta que me demuestra que se puede apreciar a alguien con sinceridad sin llegar a conocerlo en una cercanía que hubiera deseado.
Una pena extraña, un sentimiento de desaliento que me sorprende, ya que me somete a la evidencia del aprecio hacía el hombre que se marcha. Una angustia ante lo irremediable.
Hoy la vida nos priva de un maestro, un educador que exhalaba sabiduría y bondad. Un ser preocupando por su mundo, por su pueblo y por sus gentes. Una humanidad, un coraje político y sobretodo, una honradez que nos ha servido de ejemplo a muchos, incluso a quienes no han compartido su ideología.
Una mirada suya traspasaba la oscuridad de la ignorancia, siempre enseñaba algo, nunca decía una palabra vacía o hueca, en cada sílaba había historia, justicia y verdad.
Este mundo, y sobretodo, este país, es un poquito peor. Se ha ido alguien necesario, y como diría Beltor Brecht, un hombre IMPRESCINDIBLE.
Ya no hay más.
Su vacío solo se llenará si recordamos sus lecciones y practicamos sus enseñanzas.
De nada sirve la pena, ni el dolor si no hacemos de sus aspiraciones nuestra tarea obligada. Hoy más que nunca la justicia social es más necesaria, y a la vez, más inevitable.
Hoy estoy triste, hoy siento pena, hoy tengo desaliento, hoy ya no es hoy, hoy solo es para recordar a un hombre bueno.
Hoy murió un hombre. Hoy murió un comunista...hoy ha muerto Julio Anguita.
Que la tierra te sea leve, compañero, camarada...maestro.
Ximo Iglesias.